La emocionalidad y las emociones
La emocionalidad se construye con emociones, emociones que son evocadas por la vida y la experiencia. Es un conjunto de impulsos, motivaciones, afectos, deseos, relaciones, personas, lugares, sentimientos y todas estas cosas anímicas que mueven a los seres humanos. Ocuparse de la propia emocionalidad, saber un poco más al respecto o aprender a lidiar con sus designios de la manera menos perjudicial, es una actividad que fortalece, embellece la vida y promueve el crecimiento tal como lo hace la práctica de un deporte o una disciplina.
Lamentablemente la educación tradicional no enseña mucho sobre ello; así que la educación emocional que cada quien recibe, viene dada por la manera como el afecto fue dado y recibido, así como por los modelos aprendidos voluntaria o involuntariamente. Usualmente, es solo hasta la adultez, y cuando la emocionalidad perturba, que las personas comienzan a entender que algo al respecto de ellas no está bien. Toca pues, comenzar un nuevo camino, re-educarse a sí mismo, ocuparse de los estragos del pasado, la familia y la historia, y así, elegir nuevamente; aprender lo que se quiere o no para sí, cuestionar la emocionalidad transmitida, aceptada y construida, para así comenzar a formar una diferente, o al menos, modificar un poco la existente.
Conocer sobre el funcionamiento emocional y cómo ocuparse de las emociones puede ser el principio para mejorar la emocionalidad cuando el sentir dice que hay que hacerlo. La siguiente es solo una visión sobre las emociones y del hacer con ellas. Existen varias formas de gestionar las emociones, cada quien va eligiendo en el transcurrir de la vida aquella que más se acopla a sus necesidades y capacidades. Pero aquellos curiosos y a la vez necesitados de hacer algo con su emocionalidad casi siempre encontraran un camino, si esto es lo que verdaderamente se quiere (Mischel, 2015. Cap 20).
"Quien tiene un por qué para vivir, encontrará casi siempre el cómo" (Nietzsche. Citado en Frankl, 1979).
El por qué, la razón, puede venir desde muchos lugares; adentro o afuera (si es que tal división es posible), la familia, el amor o simplemente el instinto de salir adelante a pesar de las adversidades. Aunque la razón más simple y efectiva es querer. Puede alegarse que muchos, aunque quieren lograr algo no lo logran, pero si de verdad se quiere, se persiste. Y así, quien quiere, encontrará casi siempre el cómo.
Este es pues, un muy breve acercamiento a la emocionalidad, a las emociones. Es un poco de lo que algunos otros psicólogos dicen o han dicho, pero sobre todo, es una idea general que aparece después de años de búsqueda personal, de muchas preguntas respondidas y de muchas más sin responder que han venido con el transcurrir de la vida (y en esta se incluye, por supuesto, la práctica y experiencia como psicólogo).
Del no saber lo que pasa, a decir lo que pasa
Lo abrumador es algo se hace difícil de definir, las emociones más fuertes tienen este carácter. Así como estar sumergido en el mar o en medio de la niebla, la sensación está por todos lados y en el caso de la niebla, además, no se ve muy bien. Pablo Fernández Christlieb (2000) dice que los seres humanos no tenemos las emociones, sino más bien, que ellas nos tienen a nosotros, que estamos sumergidos en ellas. Esto es, que la emocionalidad es quien dirige el hacer y el ir por la vida. Algo que también había sugerido Einstein muchos años antes:
"Deberíamos procurar no convertir en un dios a nuestro intelecto; por supuesto que tiene unos músculos potentes, pero no tiene personalidad. No puede guiar; sólo puede servir" (Citado por: Lewis, 2001, p.133: Sobre los límites del intelecto. Einstein, 1995, p.260).
¿A quién sirve el intelecto? A la emocionalidad que dicta cuándo no parar, pero más bien, seguir trabajando en esa idea brillante por desarrollar, esa meta por alcanzar o esa chica o chico a quién conquistar. O cuando impulsa al cuerpo a hacer todo lo posible por tener cerca a la persona amada, sirve también a la emocionalidad que impulsa obtener títulos, carros, belleza, el nuevo celular, o solo un poco de tranquilidad. Pareciera que el intelecto, solo es la herramienta que la emocionalidad utiliza para llevar a cabo sus mandatos.
En el caso de sentir dolor emocional fuerte (para continuar con el carácter abrumador de las emociones), este no deja hablar a la persona que lo siente. Hay momentos en los que únicamente se puede recurrir al llanto para dejar salir ese dolor y, solo después de que este sale (se deja sentir libremente o se duele), la persona puede, lentamente y con dificultad volver a hablar. Entonces, para des-abrumarse, es decir, para empezar a definir las cosas, por lo general se usa el pensamiento, el cual depende en gran parte de las palabras. Así pues, se usan palabras para dibujar las formas de aquello que abruma, que emociona. Pero lamentablemente, en muchos casos, el pensamiento no resulta suficiente para despejar la bruma que cobija a quienes padecen situaciones fuertes y perturbadoras.
Contar lo que pasa primero, entender después
Sea el caso de personas con una buena capacidad para definir y poner en palabras lo que sienten, o el caso de las que no, a veces y en situaciones especiales, se hace difícil expresar las emociones de manera natural. Cuando esto ocurre, cae bien entrenarse en ponerle palabras a aquello que pasa, contar las historias, hablar de las tristezas y amarguras. Esto produce una especie de movimiento emotivo, ya que cada vez que una historia es contada, ésta se cuenta diferente: se cambia el orden, las palabras, incluso a veces, la historia misma. Esto, el ejercicio de contar una y otra vez las historias genera una especie de alivio y a su vez “entrenamiento emocional”: mover, sacar, dejar fluir las emociones, sentirlas, digamos, saludablemente. Y como en cualquier cosa que se practique con regularidad y disciplina, pues el resultado es que se hace cada vez mejor.
Poner en palabras las emociones, y sobre todo contarlas, es ya, hacer algo positivo con ellas; además es una herramienta para dar vía natural y alivio al afecto. Si no existe un saber sobre lo que pasa emocionalmente que también sea puesto en una historia contada, el actuar y sentir hacia una mejor emocionalidad está limitado. Cierto que en ocasiones no es necesario entender lo que pasa, basta hablar libremente de ello y con esto la mayoría de las personas se siente mejor. Hablar de las dificultades o problemas, por lo general se siente bien, aunque a veces se sienta más tristeza (lo que es muy bueno si es una tristeza que estaba “olvidada” o “guardada” sin poder salir). Así que está mejor contar, narrar primero lo que pasa, puesto que de allí, muy seguramente saldrá el entender, no al revés.
Las emociones son movimiento
Una buena opción para ayudar al fluir de las emociones es ponerse en movimiento.
“lo que hacemos afecta cómo nos sentimos tanto como lo que sentimos afecta lo que hacemos” (Citado en Shenk, 2009 traducción propia).
Al parecer la emocionalidad funciona en doble vía. Entonces, a pesar de las emociones, hacer cosas que se sientan bien, ayudará efectivamente sentirse bien. Como existe una relación estrecha entre emoción y movimiento, las emociones tienden a liberarse fácilmente a través de una respuesta motora; hacer ejercicio, caminar, pasear, moverse; todo esto es hacer algo con el sentir. Hablar también es una reacción motora, por lo tanto, hacerlo trae bien solo por el hecho de ser movimiento. Quizá sea esta una razón por la cual hablar de las preocupaciones genera más alivio que solo pensarlas.
Algunas investigaciones aseguran que asumir determinadas posturas puede afectar positiva o negativamente el estado de ánimo. Hacer movimientos o posturas que manifiesten estados de alegría pueden generar esta emoción. Así que una manera de procurarse bienestar es poner el cuerpo en posiciones adecuadas para ello. Amy Cuddy es una Psicóloga Norteamericana que se ha dedicado a estudiar este tema. Aquí una charla donde habla sobre los hallazgos en sus investigaciones (Subtítulos en español pueden activarse):
Cuando alguien está tratando de controlar sus emociones, lo que realmente intenta controlar es su reacción a ellas. Esto se hace por medio de la tensión física, puesto que la manera en que las emociones se expresan es a través del movimiento; sea al hablar, con posturas o ademanes. Así, cuando alguien quiere, o cree estar controlando sus emociones, lo que verdaderamente está controlando es el cuerpo, su postura o sus movimientos, pero la emoción sigue ahí, intentando salir; como una mascota ansiosa por escapar, siempre pendiente de la puerta abierta y el descuido de su dueño.
"El que tenga ojos para ver y oídos para oír se convencerá de que los mortales no pueden guardar ningún secreto. Aquel cuyos labios callan, se delata con las puntas de los dedos; el secreto quiere salírsele por todos los poros. Y por eso es muy posible dar cima a la tarea de hacer conciente lo anímico más oculto" (Freud, 1974, p.68).
Cuando esta salida se reprime, es decir, censuramos alguna idea o sentimiento, este se oculta, pero más tarde, busca la manera de salir. Así es pues como aparecen las tristezas que en apariencia no tienen razón o el estrés, a veces el cáncer (Moreno-Smith, 2013), dolores de cabeza, caídas de pelo o enfermedades en la piel. Lo que a sí mismo se oculta, luego, el ser o el cuerpo buscaran decirlo de algún modo.
Por ejemplo es un error tratar de controlar la ira. Es más adecuado “liberar” la tristeza, la inseguridad, el sentimiento de vulnerabilidad o el miedo que puede haber detrás de ella.
"[...] El propósito de la ira es llevar a la acción: a luchar por la supervivencia, o actuar agresivamente en contra de otros, en orden de hacer que ellos se comporten en una manera que resuelva conflictos de interés a favor del individuo iracundo" (Shafir, 2016.) (Traducción propia).
Entender, o mejor, hablar lo que hay tras este impulso sería de más ayuda para “controlar” la ira, que el intento de controlar la ira misma.
Sentir las emociones
Este artículo tiene un propósito fundamental, hacer un llamado a algo elemental: Sentir las emociones y ser más concientes de la fuerza de la emocionalidad. Puede parecer absurda esta sugerencia, pero muchas personas han desarrollado potentes habilidades para negar sus estados emocionales, creyendo que de esta manera estarán mejor. Ocultar la tristeza, el dolor o la inseguridad (para mencionar algunos afectos), termina convirtiéndose en una estrategia que genera estragos y prolonga dolores. Las emociones que se intentan contener y no se les presta salida adecuada, siempre salen causando dificultades.
El remedio natural para las emociones perturbadoras, es sentirlas, dejar que pasen, fluyan, que se muevan por el cuerpo.
"Las emociones nunca están equivocadas; solo las acciones pueden ser equivocadas. Las emociones son una expresión de una nuestra verdad emocional, y la verdad no puede estar equivocada. Ni necesitan ser justificadas. Sólo necesitan ser sentidas" (Easton, 2009. Chapter 13, Roadmaps through jealousy: Whitewater rafting, para 3) (Traducción propia).
Así se hace con la felicidad y por esto mismo es de corta duración. Por lo general pocas personas contienen la felicidad, al contrario, la mayoría la dejan salir libremente. ¿Cuándo alguien en medio de la felicidad se está diciendo "no, no, no, no puedo estar tan feliz porque tengo que ir a trabajar"?
Así, lo mejor, sea feliz o triste, estresado o tranquilo, vaya a trabajar o a hacer lo que deba hacer. Perfectamente se puede estar triste e ir a barrer calles, atender personas, estudiar o lo que sea... dejar la emoción en casa es una utopía, tráigala con usted, mejor sáquela a pasear y compártala con los otros (como se hace típicamente con la felicidad), seguro encontrará quién le acompañe.
Gozar de buena y significativa compañía, dicen las investigaciones, aporta más alegría y salud a la vida que la soledad. El estudio más largo y profundo sobre el tema lleva ya 81 años y aún continúa. Estar cerca y convivir con personas queridas, conlleva a una vida más larga, saludable, contenta y tranquila.
"La única cosa que realmente importa en en la vida es tus relaciones con otras personas" (Shenk, 2009) (traducción propia).
Estar bien emocionalmente, definitivamente ayuda tanto a estar bien consigo mismo como con los otros, lo cual, al final, es una sola cosa.
Referencias:
Christlieb, P. F. (2004). La sociedad mental (Vol. 26). Anthropos.
Christlieb, P. F. (2000). La afectividad colectiva. Taurus.
Easton, D., & Hardy, J. W. (2009). The ethical slut, 2nd updated & expanded edition. Berkeley: Celestial Arts.
[Existe una versión en español de este libro]:
Easton, D., & Hardy, J. W. (2013). Ética promiscua: una guía práctica para el poliamor, las relaciones abiertas y otras aventuras. Melusina.
Frankl, V. (1979). El hombre en busca de sentido: conceptos básicos de logoterapia. Barcelona: Herder.
Freud, S. (1974). Obras Completas, Tomo VII: Fragmento de análisis de un caso de histeria. Buenos Aires: Amorrortu.
Lewis, T., Amini, F., & Lannon, R. (2001). Una Teoría General del Amor. Barcelona: RBA.
Mischel, W. (2015). El test de la golosina: cómo entender y manejar el autocontrol. Debate.
Moreno-Smith, M., Lutgendorf, S. K., & Sood, A. K. (2010). Impact of stress on cancer metastasis. [Impacto del estrés en el cáncer metastásico] Future oncology (London, England), 6(12), 1863: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3037818/
Shenk, J. W. (2009). What Make Us Happy? [¿Qué Nos Hace Felices?] Boston. The Atlantic: https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2009/06/what-makes-us-happy/307439/
Shafir, T.; Tsachor, R. P. & Welch, K. B. (2016). Emotion Regulation through Movement: Unique Sets of Movement Characteristics are Associated with and Enhance Basic Emotions [Regulación emocional a través del movimiento: conjuntos específicos de tipos de movimientos están asociados a, e intensifican emociones básicas]. Frontiers in Psychology: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2015.02030/full#B63
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